Escritura Creativa 150208 – Rugosidades

Sesión Ciervo Blanco de ESCRITURA CREATIVA en Madrid:

1 Imagen 250 Palabras

Taller Escritura Creativa Madrid Ciervo Blanco 150201
(click para agrandar)

[sections collapse=”always”] [section title=”Objetivo y Funcionamiento” tip=”Abre Para Ver Objetivos y Funcionamiento del Taller”]

El objetivo es escribir un microrrelato original e inédito, de contenido y forma libres, basado en la fotografía presentada. Cada semana se ofrece una imagen distinta como disparador creativo.

El texto debe ser un relato breve de un máximo de 250 palabras. Esto es importante debido al tiempo; los textos que superen las 250 palabras no serán leídos en la sesión, ni podrán ser votados.

Durante las reuniones cada autor lee en voz alta su creación, se comentan las obras y al final del encuentro se vota al mejor texto.

La asistencia es libre y gratuita. Es imprescindible escribir un relato basado en la imagen de un máximo de 250 palabras para poder acudir y participar.

[/section] [section title=”Información sobre evento” tip=”Abre Para Más Información Sobre Fecha, Hora, Lugar y Asistencia”]

Sesión de Escritura Creativa 150208

Cuándo: Domingo 08/02/15 a las 17:00

Dónde: Cicero Canary – C/ Altamirano, 16 – Argüelles, Madrid

Apúntate pulsando “Reservar“:

Plazo de reserva finalizado
[/section][section title=”Lista de Asistentes” tip=”Abre Para Ver la Lista Completa de Asistentes Desde Todos los Sitios”]

Lista de asistentes (incluyendo todas las redes):

Adrián Díaz (CBO)

Andrea (MU)

Araceli (MU)

Draco (MU)

Isaro (MU)

Pepe (MU)

Miguel Ángel (MU)

Nacho de La Moneda (CB)

Nelson (MU)

Roberto (CB)

Roxana (MU)

Yvonne (CBO)

Begoña (MU)

Dani Guardiola (MU)

David (MU)

Ignacio Pérez (MU)

Ishmael Kavalier (CBO)

José Luis (CB)

José Ramón (CB)

Juan (MU)

Kristina (CB)

Marta Pato (MU)

Petra (CB)

Rocío López (CB)

[/section]

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Escritura Creativa 150208

Sesión de escritura creativa en Madrid en el taller literario Ciervo Blanco 150208 basado en el disparador creativo de la imagen presentada.
08/02/2015
17:00

[success]RELATOS PRESENTADOS [br] Relato Ganador: Rugosidades, por Nelson [br] Finalistas: El hombre de los zapatos caros, por Roberto Rochas[/success]

[sections collapse=”always”] [section title=”Rugosidades” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Rugosidades por Nelson

[br]
La nota era escueta. “23:45. Azotea del edificio Aperture. Imprescindible etiqueta”.
No tenía compromisos a esa hora. Bueno, a las nueve cenaba con mis padres y no estoy seguro de si llegaría a tiempo. El ritmo de bocados por minuto de mi madre roza el ridículo. El máximo absurdo. Habla y babea mientras su comida se congela en el tenedor. Esos labios octogenarios que se deshacen como margarina agria. Como la odio.
Al menos recogí los zapatos que me puse en mi boda. Negros y lustrosos. De marca. Me encanta la punta que tienen. No me acuerdo cuanto costaron pero cuando pasé la tarjeta de crédito sentí un cuchillo en el corazón. No sería la última puñalada que me darían en los cuatro años que pasé junto a Leila. Tal como no fui la única polla que entró en ella durante ese tiempo. Hija de perra.
Hacía bastante frío. La cola no avanzaba demasiado. Al menos esos adolescentes de amarillo brillante fueron dando chocolate caliente en los típicos vasos blancos. Siempre me he preguntado por la rugosidad del corchopán. ¿Cómo la lograrán? ¿Alguien hará pruebas entre un catálogo de asperezas para conseguir la más idónea? ¿Cuántos tipos de rugosidad pueden existir en el mundo?
Al menos tras el chocolate, ya casi es mi turno. Los reflectantes me indican que pise a la que me precede. “Como cuando se empuja a alguien que hace puenting”. Es guapa. Más que Leila. Pronto estaré en el lugar de la chica guapa. Puta Leila.
[/section] [section title=”El hombre de los zapatos caros ataca de nuevo” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

El hombre de los zapatos caros ataca de nuevo por Roberto Rochas

[br]

El hombre de los zapatos caros da otra calada y tira el cigarrillo al suelo. Luego, con voz impostada, dice: “Muñeca, tengo a otra. Ya no me haces falta.” Muñeca cuelga de la azotea de un edificio y el hombre de los zapatos caros pisa su mano. Pisa su mano tan fuerte que se diría que muñeca tendría que haber caído ya al vacío. Pero muñeca no es como las demás mujeres, no. Muñeca es hinchable y es justo cuando el hombre levanta el pie y repite lo de “tengo a otra, ya no me haces falta”, que muñeca sale volando por los aires. Desciende flotando suavemente y, desde arriba, el hombre de los zapatos caros la ve alejarse mientras se ajusta el sombrero.

Cuando ya la ha perdido de vista, el hombre abre el paquete que hay a sus pies. Después de hinchar su contenido, enciende otro cigarro y luego, con voz impostada, dice: “Muñeca, no hace falta que te enamores de mí. Lo nuestro no va a durar eternamente.”

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[section title=”Nunca jamás regales un cachorrito” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Nunca jamás regales un chachorrito por Pepe

[br]

…mírate que cara pánfila tienes— cariño— en unos segundos quedarás reducida a papilla y los chicos del samur te van a tener que recoger con cucharilla— quien me lo iba a decir a mí cuando me la presentaron— te digo que tiene un tipazo— que es muy inteligente y simpática— con un talento extraordinario para los negocios— y gana un pastón chaval— soltera y sin compromiso— una joyita vamos— anda que si mi menda se lo sabe iba a molestarme en conquistarla— que boba eres hija mía— tuve que emplear mis mejores dotes de seductor— que si patatín que si patatán— hoy a cenar en maxim’s mañana a esquiar en saint moritz— y dale que te pego con la varita— sí sí sí cariñito lo que tú quieras mi amor— no te jode— pues no va y para mi cumpleaños me regala un cachorro de foxterrier— de verdad— para matarla— ¿no sabes que tengo alergia a los bichos?— al foxterrier lo envenené con matarratas y asunto concluido— le dije que había cogido el moquillo— la muy boba se lo traga todo— serás requetepánfila y vacaburra— llora un poquito guapa— no importa que se te corra el rimel ya te lo retocarán en la morgue— ¿a que no se te ha ocurrido escribir una nota de suicidio?— a mí sí y la he escrito en tu hispano olivetti— cara cartón— mira que regalarme un foxterrier— a quien se le ocurre…

[br]

http://tallerdeletrascasapepe.blogspot.com.es/

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[section title=”Baja productividad” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Baja productividad por Juan

[br]

Mi trabajo consiste en llevarme a la gente, y en la mayoría de los casos contra su voluntad. Aunque por fortuna, en ocasiones el individuo anhela huir de este mundo facilitando de este modo mi tarea.

A Marta la conocí hace dos meses. Depresiva, neurótica, humillada por la vida, se dio un tajo en las venas y acudí, pero en el último instante recapacitó y llamó a emergencias. La siguiente semana probó con tres botes de pastillas, la misma historia, rectificó. La tercera intentona con los humos de un coche, y en la cuarta, con el gas, obteniendo, en ambas, semejante resultado. Ahora está en la azotea, ha saltado al vacío e intenta retroceder. Pero no, ya ha colmado mi paciencia, cuatro viajes en balde, yo tengo una responsabilidad. Lo siento, pero no, no supliques a la muerte, vacilaste, así que prepárate para caer.

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[section title=”Aferramientos” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Aferramientos por Laly

[br]

No, no se equivoquen, no es lo que parece. Esos zapatos pisan por donde yo quiero. Caminan con el rumbo que yo les indico. Ahora, están a unos centímetros de mi cara. Detenidos, brillantes, al lado de los dedos de mi mano derecha. Dedos que esas suelas no van a rozar. Miran como su dueño, pero él me ve solo con un ojo, el que apoya en el objetivo de la cámara con la que está captando esta imagen en la que os demuestro mi capacidad de aguante, de mi aferramiento.

¿Acaso habíais creído que no sería capaz de escenificar el abismo?

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[section title=”Dentellada mortal” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Dentellada mortal por Ana Pielfort

[br]

El director de la película cogió a cada uno de un hombro, iba a explicarles la última escena. “Repasemos. Los dos estáis en el helicóptero, Gloria, tú resbalas, caes por la trampilla, y tú, Pablo, intentas salvarla con todas tus fuerzas, estiras la mano, pero justo cuando Gloria esté a punto de dártela, la sueltas, y tú, Gloria, caes a los tiburones, ¿todo ok?

 

Los actores, obedientes, se situaron en la escena del rodaje donde no había helicópteros, ni tiburones. Sólo una escalera de cuatro metros, a la que Gloria permanecía agarrada, y una inmensa tela verde donde, según el director, se proyectarían imágenes de archivo de las playas de Hawaii. Todo se haría en postproducción.

 

“¿Y si te salvo y cambiamos el final?”, dijo Pablo desde arriba.

“No seas bobo”, respondió Gloria, ensayando una mueca de vértigo antes de que se oyera: “Dentellada mortal, secuencia final, toma uno”.

 

El día del estreno, los actores preguntaron al director si el resultado había salido según lo previsto. Y éste, haciendo el papel de padre perdedor, lo negó. “Chicos, nos quedamos sin presupuesto para las imágenes virtuales, y, donde en principio iba una banda de narcotraficantes que la liaban parda en helicópteros, con océanos y tiburones, ahora veréis una trama de políticos corruptos, rascacielos y un cuerpo de bomberos con una colchoneta gigante abajo que consigue salvar a la chica y quién sabe si algo más. Eso sí, nos sigue valiendo el mismo título, Dentellada mortal”.

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[section title=”Estaba convencida” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Estaba convencida por Raúl Partida Castañar

[br]

Estaba convencida de que 1+1 era igual a uno. Tanto tiempo esperando compartir una piña en hamaca sobre palmera en nuestra isla.Y ahora soy un cero. Y esto no es un croma.

–Esta bien señorita? esta azotea es peligrosa y de acceso restringido para personal autorizado.

–Aquí está mi tarjeta identificadora. Tomo el fresco.

–Tenga cuidado, entre rápidamente, aqui el viento se hace poderoso.

–Adiós, no se preocupe, estaré bien.

El hielo se había extendido desde mi corazon hasta el borde de la cornisa haciéndome resbalar. Imagino mi cuerpo inerte y retorcido. La sombra de la muerte acompañándome en el largo trayecto hasta el pavimento. La velocidad de estos pensamientos era imprecisa pero terrorífica por su intensidad.

Los dedos me estan fallando. No volveré a verte.

La matemática y la física firmarán mis últimos momentos. Ya no queda tiempo. Solo quiero visualizar sus ojos y recordar su hermosa voz.

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[section title=”¿Bailas conmigo?” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

¿Bailas conmigo? por Andrea Campos

[br]

Esta noche todo es perfecto, los dos miramos abrazados las excelentes vistas desde el Top of te Rock, siento que tengo Manhatan a mis pies. David me besa la frente tiernamente mientras me oculta del frio con su nueva chaqueta de Gucci, aquella que le regalé la pasada tarde por nuestro aniversario. Me siento feliz, por fin me siento completa, mi vida ya no se reduce al trabajo y al cuantioso dinero que reúno en el banco. David me mira: -“Estás preciosa con tu nueva chaqueta dorada, de veras, bellísima… ¿Bailas conmigo?”- me dice mirándome con esos ojos irresistibles. Agarrados, nos contoneamos pausadamente mientras él tararea November Rainn de Gun´s and Roses. El gobierna mis pasos, y yo me dejo manejar apaciblemente, mi cuerpo reposa sobre su torso.

Súbitamente siento la nada bajo mis pies. -¡¡Cuidado David, voy a caerme!!- grito alarmada.

-”Adios mi amor, gracias por todo”- me dice con una serenidad aplastante.

 

De repente despierto, las gotas de sudor resbalan por mi cara aún desencajada. “-Todo está bien” me digo. A los cinco minutos la sonrisa vuelve a mi cara y la calma me inunda al ubicarme en mi casa, y a David en el club de golf. Me acomodo en la terraza que da al  Battery park y me dispongo a desayunar mi café con tortitas y huevos revueltos. Inesperadamente llaman a la puerta, es un mensajero. Recibo una caja, la abro, es una chaqueta de Prada dorada. Y viene una nota en la que puedo leer: “Buenos días mi amor, te espero en el mirador del Top of the rock a las 21.00, será una sorpresa. Lleva puesto mi regalo, seguro que estarás preciosa”

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[section title=”Siempre quieres ser el primero” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Siempre quieres ser el primero por Marisol Morales

[br]

Tras largas horas dándole vueltas a su decisión de quitarse la vida No podía seguir buscando excusas Qué si se corta las venas ensuciara la alfombra Que si se toma unas pastillas llegarán a tiempo de salvarla Ya no podía seguir pensando en que hacer para llamar su atención así que se le ocurrió llamar a Juan para que fuese testigo de su partida Juan ven a mi casa por favor , ya me voy y no me verás más Juan rápidamente sospechó lo que iba hacer su ex y con un “espérame que en unos segundos estaré contigo salió de casa Al llegar vio como ella se inclinaba en la terraza y quedaba sujeta al borde del mismo en unos minutos todo habrá acabado le dijo Juan con sus zapatos de Sergio valente se apoyó y viéndola le dijo , ya estoy aquí “hasta luego”si tú desicion es morir no te detendré Ella sorprendida viendo su actitud abrió bien sus ojos pardos y apoyo su pie derecho en el bordillo para comenzar a subir Ya en unos segundos cambio de opinión y prefería vivir para simplemente no darle el gusto a Juan de dejar de existir Le pidió ayuda para subir y en ese momento Juan con sus zapatos recién lustrados tropezó y cayo al vacío sólo se oyó un grito y un “hasta luego Juan “

Como siempre querías ser el primero

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[section title=”En caída libre” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

En caída libre por Marta Pato

[br]

Su mundo estaba patas arriba. Guiada por el hilo conductor de la sensación sentida, la respiración y su psicoterapeuta cayó hacia el pasado sin buscar nada, sin descartar nada. Las paredes del cerebro tienen muchas ventanas. En cada ventana asoma una relación. Fragmentos de historias de amor en caída libre a la velocidad de la gravedad. Del ático al sótano más de cuarenta pisos y tres historias en esa sesión. En el piso treinta y tres, el último chico con el que vivió. Volvió a ver la despedida del <<Adiós, me voy>>. Las palabras no dichas congelaron su corazón. Ahora mientras se dejaba caer, letras y sílabas derretían en sus labios el vacío del abandono. Expresó lo guardado con candado y un latido templado alivó su corazón.

Como brújula, la voz de su acompañante de vuelo le llevó hasta el piso ventidós donde se detuvo inmóvil ante el sueño roto del no pudo ser ¿Cuánto nos cambia lo que no podemos cambiar? Se dio cuenta que tan solo era posible cambiarse a si misma. La realidad despierta al sueño. Lo único cierto es que estaría con ella el resto de su vida. Esta ventana, como tantas otras, sirvieron para aprender.

Y llegó a los cimientos. Se sintió flotar en el saco amniótico mientras su madre acariciaba su primera morada, el vientre. Descubrió el tacto del amor incondicional que le nutría en sentido ascendente; piso a piso, ventana a ventana, relación a relación. Se dejó caer por completo para darse a luz a sí misma.

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[section title=”Demasiado poder” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Demasiado poder por Emilio Rodríguez

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Miles Davis suavemente en el equipo cuadrafónico. Tintineo de hielos en dos caros vasos de wisky.

-Estoy cansadisimo de la reunión. Marta, el “Arma réplica” sería la solución para tantos conflictos.

-Tal vez. Crear “algo” que suplanta a una persona, casi indistinguible del original, pero que hace lo que el gobierno digamos. George no sé, es algo demasiado grande y peor que lo desarrolle una empresa privada. Tu firma es la que decide. Creo que no debes abrir esa puerta.

-Sí. Al final siempre llevas razón.

-Claro, por supuesto, para algo soy tu dueña y señora.

-Jaja. Al final me voy a cansar de tu frasecita.

Suave brisa. Tráfico distante.

-Adoro nuestra terraza.

-El ático como tu querías cariño.

-George he pensado sobre lo que nos ha dicho hoy el representante de Unlimited Weapons. Si no somos nosotros será otro gobierno el que tenga esta tecnología. Y el “pequeño” incentivo que nos ofrecen cumpliría todos nuestros sueños.

-Sí Marta es cierto. Al final siempre llevas razón.

Silencio incómodo.

-¡George! ¿Qué haces? Me vas a tirar. ¡Ahhh! ¡Súbeme! ¡Soy Marta! ¡Soy Marta!

-No. Tu no eres mi “dueña y señora”.

-¡Ahhhhh!

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[section title=”Cuanto más alto mejor” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Cuanto más alto mejor por Victoria Herranz

[br]

¡Pero hija!¿qué haces otra vez ahí colgada? ¡Mira que te gustan las alturas eh!.Ya de niña te colgabas de la barandilla del undécimo piso que vivíamos. Ya nos implorabas que fuéramos a vivir a uno de esos rascacielos que hay en la ciudad de Nueva York,pues decías, que estas alturas te quedaban ya muy bajas.

Disculpa hija,digo que mientras decides tirarte o no,yo me siento aquí en el borde,a tu lado…

¡por si necesitas un empujoncito! ¡no hija no,no pienses mal, ees sólo que pareces algo desesperada.
Ya lo decía Don Julián,créanme que se lo dice un doctor,la locura también se hereda. Tu abuelo,mi padre, también de chico le daba por colgarse de las paredes,hasta tal punto llegó sus ansias de escalar,que sus padres tuvieron que contratar personal especializado, para recrearle una habitación con paredes rugosas y agarres. Todos le tomaron por raro, y sólo hasta que se convirtió en el primer montañero que escaló hasta la cima del K-2,nadie le daba por cuerdo.

Pero hija tu empeño por desafiar a la gravedad!! ¿no crees que lo tuyo es puro y duro masoquismo?.Es imposible que puedas mantenerte mucho tiempo así, ya sabes todo cuerpo tiende a caer y si el impacto es proporcional a la altura,la tuya va a ser…

-Gracias papá, olvidaste que tenía mi terapia gravitatoria,por un momento creí que te querías deshacer de mi.

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[section title=”Regocijo” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Regocijo por Miguel Ángel

[br]

La chica trata de escapar de su perseguidor. Debe de tomar decisiones precisas, con las que salvar su vida. Pero elige la peor de las opciones. Intenta escapar, encaramándose por las escaleras de un edificio en construcción. En una frenética carrera, llega a la planta superior. La oscura noche dificulta la visión de la chica. Aunque las luces del resto de edificios, consiguen iluminar lo suficiente, para que la mujer frene su marcha. A pesar de ello, no puede evitar caer al vacío. En el último instante, consigue agarrarse al piso con ambas manos. El hombre, que hace tiempo ha dejado de correr, avanza con pasos lentos pero firmes. Al llegar al borde del edificio se para ante ella. Mientras, escucha las frases de la joven implorando piedad. Pero el dictamen no es favorable para la chica. El hombre coloca su zapato izquierdo, por encima de los dedos de la pobre infeliz.

–Y ahí, justamente ahí, congelamos la imagen, e introducimos un texto que diga: ZAPATOS CALLAGHAM, ZAPATOS PARA TOMAR DECISIONES IMPORTANTES. ¿Qué os parece? –preguntó el publicista, al resto de compañeros que rodeaban la mesa ovalada del despacho. Todos se quedaron con la boca abierta y la mirada fija sobre él, que risueño, basculaba su sillón giratorio de izquierda a derecha. Al cabo de unos segundos, el director ejecutivo respondió.

–Bermúdez, otra ocurrencia de mierda más y quedas despedido. El resto de publicistas volvieron sus cabezas hacia los folios, dispersos sobre la mesa, mientras de forma dificultosa, trataban de ocultar su regocijo.

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[section title=”La orden” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

La orden por David

[br]

De noche en la azotea del edificio Grayling tenía lugar una macabra ceremonia de iniciación. Unos elegantes caballeros ataviados con chistera contemplaban al joven Henry Burton mientras forcejeaba con su víctima. La mujer sollozaba y suplicaba en vano, pues Henry la conducía de manera implacable hacia el abismo. No la conocía de nada, pero debía matarla si quería ingresar en la Orden. Una vida de privilegios le aguardaba. Así que Henry la empujó con todas sus fuerzas, pero ella se revolvió y pudo agarrarse con las manos a la arista de la cornisa, mientras su cuerpo colgaba en el aire. Henry suspiró y vaciló por un momento. No le gustaban las alturas, pero no tuvo más remedio que aproximarse al borde para intentar rematar la faena. Le pisó los dedos de la mano derecha y aumentó la presión hasta que, por fin, la mujer se soltó y cayó al vacío profiriendo un grito aterrador.

Henry sonreía triunfante cuando ocurrió algo del todo inesperado. Se abrió un paracaídas… Un escalofrío recorrió su espalda. Lentamente se dio la vuelta para encararse con los caballeros de la Orden. Cada uno de ellos le apuntaba con un revólver. El Maestre dijo: «Eres capaz de matar a sangre fría y mereces morir por ello. Nuestra auténtica misión consiste en eliminar la maldad de la especie humana». «¡Pero vosotros vais a matarme a sangre fría también!», alegó Henry. «En nuestro caso, el fin justifica los medios», sentenció el Maestre y mandó disparar.

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[section title=”Manzanas” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Manzanas por Araceli

[br]

¿Sabéis de esos utensilios cilíndricos con un extremo cortante que se insertan por la vertical de las manzanas y que sirven para quitarles el corazón? Se introducen en la fruta, se empuja con el mango y cuando el utensilio ha llegado al otro extremo se extrae el corazón encerrado entre el metal.

Así sentía yo el mío mientras le oía decir que lo sentía, que sabía que no iba a funcionar y que era mejor dejarlo cuanto antes.

 

Me lo dijo recién llegada, apenas hacía una semana que convivíamos.

La bofetada de irrealidad fue tal, que me encontré caminando por la calle sin recordar cómo había salido del apartamento.  Y en vez de preocuparme por dónde y cómo iba a vivir en una ciudad desconocida, a 8000 km de distancia de mi familia y amigos, en lo que pensaba obsesivamente era en si esa noche todavía dormiría a su lado o tendría que hacerlo en el sofá.

 

Tras horas caminando sin rumbo, llegué a una plaza peatonal cuando ya comenzaba a caer la luz del día. No podía levantar la mirada, la llevaba perdida en el asfalto.

A esas alturas, mi pensamiento era una vorágine de tramas en las que siempre se arrepentía y yo me vengaba sutilmente para que luego todo quedara olvidado.

Entonces, me vi colgando de la cornisa de un edificio sujetándome con las manos mientras él me pisaba una de ellas.  El artista, que estaba sentado al lado de su dibujo, me miraba boquiabierto.

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[section title=”Nueva York no es una jungla” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Nueva York no es una jungla por Fran Avilés

[br]

No nos parecemos en nada a las cosas que hacemos. Desde el rascacielos más alto, se pueden observar los demás edificios y comprobar que no tienen nada que ver con los humanos que los crearon. Si tenéis la oportunidad de compararlos, podréis ver que hay más complejidad en las arrugas de la frente de una persona muerta de miedo que en el entramado urbanístico de la ciudad más intrincada.

Nos resistimos a integrarnos con nuestras obras. Ni mientras nos aferramos desesperadamente a sus esquinas ni cuando atravesamos el aire que las rodea ni, menos aún, en el instante en el que nos golpeamos contra ellas (cuando, en acto de rebeldía, nuestra naturaleza se torna más orgánica y azarosa que nunca); en ningún momento, eso es algo que mi trabajo me ha enseñado, nos parecemos a las cosas que hacemos.

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[section title=”Tarzán de la selva” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Tarzán de la selva por Cristina García-Quismondo

[br]

Él era escalador. Me había llevado varias veces a un muro de escalada en la zona de Brooklyn. Siempre me pareció que aquello era como bailar…. Uno buscaba el equilibrio y la armonía, el ritmo y el camino… Me guiaba con ilusión y con paciencia, feliz de haberme encontrado.

Un día de verano, nos lanzamos a la realidad. Salimos a la montaña y, entonces, me di cuenta. Uno, no sólo tenía que estar ahí, colgadito, agotado y quemado por el sol, irritado por el polvo y el sudor, al capricho de una cuerdita que lo ataba; sino que, además, tenía que atreverse a meter los dedos en los huecos de la roca con seguridad y determinación, como si no fuera a encontrarse con una lagartija o con un escorpión…. Eso era lo peor.
No pude hacerlo. Atacada por el pánico y el agotamiento muscular, descubrí que no podría alcanzar a ese Tarzán de la selva que se me escapaba de las manos, escalando de primero hacia las más altas cumbres, mientras yo, de segunda, me escurría despacito hacia el precipicio del miedo…
 
Después de un tiempo de bloqueo y de angustia, de no saber en qué dirección avanzar, me decidí. Invité a Tarzán de la selva a cenar a mi apartamento en Manhattan y me lié la manta a la cabeza. Tras terminar de comer el rico postre que me había preparado, salí por la ventana, dispuesta a colgarme del alféizar y a demostrarle al mundo que sí podía, que sin lagartijas y sin escorpiones, sí podía….

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[section title=”Reencuentro” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Reencuentro por Pilar Velilla

[br]

El dolor y los recuerdos escondidos volvieron agolpados cuando vi su perfil en la página de contactos. Aun así, no necesité pensarlo mucho. Colgué la foto  de un chico atractivo que encontré en Internet elegido expresamente – conocía muy bien sus gustos – y la retoqué con Photoshop. Elaboré un perfil falso basado en sus gustos e intereses y pagué la cuota de la página para que el perfil fuera especialmente visible. ¡Voilá! El pez grande mordió rápidamente el anzuelo. A los dos días ya nos estábamos enviando mensajes para conocernos mejor y no tardó demasiado en proponerme tomar un café juntos para “irnos conociendo”. Como yo había planeado.

Jugué entonces mi baza: le dije que tenía un plan mejor, que conocía una cocktelería en un ático de la ciudad con las vistas más románticas de la misma y que podríamos vernos allí después del trabajo. “Espérame disfrutando sola de las vistas y así sabré reconocerte cuando llegue”. No puso ninguna objeción, siguió el juego y obedeció a cada pauta que le di.

Exactamente así la encontré aquella noche. Ni siquiera lo pensé dos veces: Me acerqué a ella y la empujé con fuerza al vacío, aunque con cierta torpeza, lo que le permitió agarrarse en el último momento de la caída superando la sorpresa. Y entonces me miró. Su rostro se demudó demostrándome que las palabras eran innecesarias y que sabía el por qué. Y cuando supe que había entendido, pisé sus nudillos con saña para acabar con mi venganza.

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[section title=”Cuestión de costumbre” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Cuestión de costumbre por Petra Bueno

[br]

Necesitaba cambiar de piso, de ideas y de forma de vida. A cierta edad a los humanos, y parece ser que a las ardillas, nos cuesta mucho cambiar nuestro modus operandi, así que decidí empezar por lo del piso, era todo lo que podía hacer en ese momento; mi horno mental no estaba para más bollos.

Lo encontré: Ático con terraza, céntrico, barato, y lejos de donde compartí mesa y cama con Matías. Un nuevo comienzo en este Madrid que ya no me pertenecía; por haberlo vivido a medias no sabía vivirlo sola. Con él todo lo podía, ahora estaba rota; caminaban las semanas e iba recogiendo mis pedazos, para pegarlos y componerme nuevamente cuando pudiera.

Nada solucionó el nuevo alojamiento. En estas penas mías andaba antes y después de la mudanza. Una nube negra me acompañaba. Mi jefe, hastiado, decidió prescindir de mis servicios, me despachó fría y secamente; deseando finiquitar el trámite y a ésta mojama de mujer en la que me había convertido.

Devastadoramente sola y sin trabajo, súmale una extensa lista de auto-reproches, una perdida cuenta de tequilas, y es fácil prever el cuasi final… Tambaleándome llegué a mi flamante hogar, de espaldas salté, y, ya en el aire, algo hizo que me agarrase a la cornisa con la ferocidad animal que nos concede la supervivencia. Por eso hoy, aunque el chico hizo alguna señal de reprobación, sabía que estaba tatuándome un seguro de vida en la muñeca que diría “Sobrevivir: mi sana costumbre”.

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[section title=”Te lo dije” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Te lo dije por Rocío López de Diego

[br]

-Te lo dije.

“Será capullo el tío, -pensó Susana”.

-Susy, a las chicas malas, les pasan cosas malas.

“Pero si no puedo ni hablar, ¿qué le digo?, hijo puta ayúdame. Con esa cara de sádico, ni me ayuda ni ostias”.

-Te lo dije, sé amable conmigo, ¡quien coño te crees que eres!

-Luis, por favor.

-Ahora, Luis por favor, pero hace un minuto era déjame en paz. En el fondo eres facilona, ¿sabes? pero me jode que te hagas la estrecha conmigo.

-Luis, tienes razón. Súbeme y te compensaré.

-¿Ah sí? ¿Cómo?

“Si salgo de esta, le mato, juro que le mato”.

-Luis, por favor no aguanto más, ayúdame, haré lo que quieras.

-Dime, dime, soy todo oídos.

-Te la chuparé hasta que te corras, y lo tragaré, te lo prometo.

-Y ¿qué más?

-Me atarás y gritaré, y mandarás en todo.

“Dios ahora el otro zapato, respira, Susana, respira”

-No me convences nada, putita barata.

-Sí, sí, me pegas, y me follas por donde quieras, y llamamos a Loli, ¿vale? ¡Súbeme por favor!

-Tienes razón, Loli me gusta.

-Hijo puta, ¡cabrón, no me pises!

“Dios mío, dios mío. Se acabó. Le pillarán, seguro, mi uña está clavada en su chaqueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeta”.

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[section title=”Más allá de la ficción” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Más allá de la ficción por María Jesús Martínez

[br]

Por favor, ayúdeme!!!, voy a caer al vacío, no le voy a servir de nada si muero!!!!, así estaba yo, gritando como una posesa, ante la mirada atónita del sicario contratado, con cara de asesino, para que me persiguiera y me encontrara, preferiblemente, VIVA. Ahora nos veíamos cara a cara, yo suspendida ante el abismo y él, sin saber qué hacer, qué decidir, que decisión tomar, la verdad es que su trabajo también era difícil, y si se equivocaba de persona ?????.

En este preciso instante, no me hubiese gustado estar en su pellejo, pensé…..

Mis brazos empezaban a temblar por mi peso, mis ojos desorbitados, pedían clemencia, mi boca desencajada no podía articular palabra, noté como mi cuerpo empezaba a sudar por el olor tan desagradable que desprendía. Desde esta posición, sólo veía a un hombre encapuchado, al que no parecía importarle nada, y al que tampoco se le veía dispuesto a arriesgar su vida por mí, y entonces, escuche……CORTÉNNNNN!!!!, la toma la podemos dar por válida, eran las palabras del director del film, se había terminado por hoy…….

Cuando llegué a casa, exhausta por la dura jornada de rodaje, me senté para ver el informativo mientras me recalentaba un plato precocinado, entonces, tiré la bandeja al suelo, mientras me llevaba las manos a la cara horrorizada:

Una mujer se había precipitado de un séptimo piso cuando era perseguida por su marido que intentaba matarla, había vivido esto, pero en la ficción yo había tenido más suerte!!!!

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[section title=”Lo que hay que ver” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Lo que hay que ver por Miguel Ángel Cercantes Amodóvar

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Sé que no me escuchas, ahora no puedes escucharme corazón ¿o tienes orejas en los ojos moribundos?

¡Qué bellos tus dedos que no agarran nada, qué bello el vacío donde te apoyas!

Mi pie sabe del vértigo que me da mirarte. Nos escucharemos en la calle. No soporto tu mirada, por eso quiero caer como ceniza en tus ojos.

Tu alma es un abismo que da pánico al asomarse

p
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al corazón.>>

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[section title=”Una experiencia definitiva” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Una experiencia definitiva por Kristina

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Me he encontrado con Raúl en la puerta del tanatorio, nos hemos abrazado en silencio. Ambos estamos destrozados, hoy entierran a Laura, mi mejor amiga y su prometida.

He entrado a dar el pésame, su madre está desencajada y su padre como ausente, Laura era hija única y ellos ya no serán más una familia, solo una pareja de náufragos ahogándose en un mar de lágrimas.

Me asomo al expositor, pero claro, el ataúd permanece cerrado, la caída libre desde la azotea de un edificio de 25 pisos no suele dejar cadáveres hermosos. Prefiero que sea así, quiero recordarla como era la última vez que la vi hace apenas una semana, tan valiente y decidida, con esos enormes ojos brillantes.

Me contó muy ilusionada que iba vivir una experiencia especial, Laura era adicta a la adrenalina, eso es algo que solo había compartido conmigo, Raúl y sus padres no lo entenderían. Llevaba más de un año precipitándose a toda clase de vacíos, pertrechada con los artilugios más dispares, para sentir por unos instantes esa descarga vital que se había convertido en su droga, pero cada vez necesitaba más y parecía que por fin iba a tenerlo. Una nueva agencia había inventado algo excepcional y diferente, La Experiencia Definitiva la llamaban, era algo carísimo y Laura según sus premonitorias palabras, se moría por probarlo.

No sé muy bien qué es lo que ocurrió ese día fatídico aunque puedo imaginarlo, así que cuando los policías que investigan esta extraña muerte, me han preguntado si tenía alguna idea sobre lo que podía haber pasado, he tenido que mentirles.

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[section title=”Querida mamá:” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Querida mamá: por Petra Bueno

[br]

Mis dedos se aferran a la cornisa, apenas me quedan quince segundos, o quizás menos, y sólo consigo acordarme de ti …

Tu, con tu virtud de la palabra perfecta.

Cierro los ojos, revivo ese día en el que salgo camino de la gran ciudad, en mi pequeño coche rojo. Por el retrovisor te observo mientras me alejo, ora orgullo, ora tristeza… tu niña se marcha, nada será igual ya…

Se me agota el tiempo, crece este miedo gigante, me voy rindiendo; no pongo cara a amigos ni a enemigos, no veo la imagen de papá o de mis hermanos, sólo consigo acordarme de ti, meciéndome en alguno de esos reveses sufridos en este camino que Damián va a hacerme terminar anticipadamente.

El nunca te gustó, y mira, ya ves que en eso tenías razón, y en que el negro no me sentaba bien.

Damián me desangró el alma, me fue borrando la alegría, y ahora, que ya no hay más que robar, ni de mí ni de mi cuenta corriente, decide que lo mejor es no dejarme pulular por este planeta, en el que daría cualquier cosa por seguir.

Sin inmutarse pisa más fuerte mis dedos, mientras exhala el humo de su cigarro por la nariz, un sudor frío me susurra el final, y sólo consigo acordarme de ti…

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[section title=”Ante tus ojos” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]

Ante tus ojos por Adrián Díaz Mantecón

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Le fallaron los músculos del brazo, primero con un temblor incontrolable más allá del dolor, luego anestesiados y soltándose por sí solos.

Cayó al vacío.

Tuvo tiempo de gritar mientras bajaba aunque no fuera consciente de estar haciéndolo; imágenes, sonidos e impresiones saturaron su cabeza en los segundos finales.

Se recordó a sí misma con cinco años entrando en un salón donde un hombre que había sido su padre miraba ausente un televisor.

Se vio a sí misma con diez, sentada en corro con amigas del colegio, el día en que Sara Pina le había tirado agua de una botella sin motivo y se enfadaron. No había vuelto a verla desde el colegio, ni la vería ya.

Cruzó por su mente el recuerdo de Marcos en lo que para ella fue su primer beso mientras le sentía ponerse tenso y se asustó de estar a solas. Marcos no fue su primer novio.

Lo fue Alfredo, el del grupo de Marta, que la ignoró durante meses hasta que una noche de alcohol la besó sin pensar. Rompieron cinco años después.

Surcó sus ojos el apretón de manos con su actual jefe tras terminar aquella entrevista de trabajo. La mirada final que durante cuatro días le plagó de dudas.

Recordó a su madre en el hospital.

Vio a Luis, su marido, empujándola desde la azotea.

Sufrió el corazón acelerado al acercarse al suelo segundos antes de morir. Gritó.

***

– Carlota, cielo, tranquila. Tranquila. Vaya pesadilla, despierta. Tranquila. Estoy aquí.

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[warning]Siempre puedes escribir tu relato y enviárnoslo, aunque no estuvieses en la sesión, para que sea leído e incluido en el libro recopilatorio: contacta.[/warning]

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Tona
Tona
9 years hace

La verdad que cuando leí rugosidades me quede encantada,es muy bueno, muchos relatos esta vez, estupendo, los voy a releer todos porque hay mucha cosa entretenida e interesante:):), nos vemos el domingo¡
Petra

Pepe
Pepe
9 years hace

Me ha salío un pelín friki: lo retocaré (para hacerlo más friki si cabe) un pelín…

Pepe
Pepe
9 years hace
Reply to  Pepe

—Pepe, deberías titularlo “Mira que eres requetepánfila”
— Y tú ¿quién eres?
— Yo soy tú.
— Te aburres ¿verdad?
– Puesss …

Pepe
Pepe
9 years hace
Reply to  Pepe

— Para que te fastidies lo voy a titular: “Nunca regales mascotas”
— Corta el rollo, repollo.

Pepe
Pepe
9 years hace
Reply to  Pepe

— ¿Vamos a preparar la cena?
— Venga
— Buenas noches
— Buenas noches

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