Taller Ciervo Blanco de ESCRITURA CREATIVA en Madrid:
1 Imagen 250 Palabras
Los cuentos de los asistentes se leerán durante la celebración del Taller. Los de aquellas personas que no puedan acudir, dependerá del número de asistentes presenciales (ya que el éxito de la edición pasada alargó demasiado el encuentro), si da tiempo intentaremos leerlos todos.
Contaremos con una actriz de doblaje para narrar los relatos y trataremos de crear un archivo para subirlos a Youtube y que así tengáis “audio-cuentos”.
La temática es totalmente libre, pero el disparador creativo debe ser la foto.
Los cuentos/relatos que no cumplan las condiciones del Taller no serán tenidos en cuenta.
Una vez leídos los de todos los asistentes, los que vengan y los tres organizadores, votaremos y los dos relatos más nombrados en dicha votación serán los ganadores (igual conseguimos un detalle, como un marcapáginas o algo así, para que os quede de recuerdo)
Si da tiempo, practicaremos escritura creativa improvisada con otra imagen más, durante el taller.
¡¡Animaros a participar!!
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Consiste en escribir un relato de un máximo de 250 palabras usando como disparador creativo la imagen.
Los relatos serán enviados anónimamente por correo electrónico a: cuentosdenelly@live.com o adrian@ciervoblanco.club
En el asunto pondrá: RELATO TALLER LITERARIO, o algo similar.
No se aceptarán aquellas obras que superen las 250 palabras.
El día del taller, los organizadores nos comprometemos a llevar todos los relatos impresos y los leeremos en voz alta (es posible que contemos con un actor/actriz de doblaje) y votaremos los tres mejores.
Es decir, habrá primer puesto, segundo y tercero.
El ganador se llevará un detallito (primer puesto).
(Salvo que seamos los organizadorres, en cuyo caso, lo ideal sería ceder el regalo al siguiente más votado).
También podemos comentar los relatos con los autores (es decir, con nosotros mismos) y si da tiempo practicar un poco de escritura in situ con otra imagen que tenemos reservada para improvisar un relato corto después de leer el que hayáis preparado.
Esto es un taller entre amigos. No quiero rollos de “ay, los derechos de mi cuento”, ni cosas de esas, los cuentos al enviarse y participar se acepta tácitamente que sean publicados en Internet, que salgan en la Web de Ciervo Blanco (son los que nos han enseñado a hacer estas dinámicas) y si bien jamás vamos a negar la autoría de un relato (si salen en internet, irán con la firma del que lo ha escrito), no quiero luego susceptibilidades tipo: “mi cuento ha ganado no quiero que se publique en ningún lado porque soy la leche y voy a ganar con él el Planeta” ni cosas así… ¿vale? El que quiera participar que escriba un relato aposta para este Taller y que al leerlo, mandarlo y participar entienda que está compartiendo su obra sin más.
(Lo siento, me he puesto muy tajante)
Con lo maja que soy (en persona)
¿Quién se apunta?
Fdo.: EVA PÉREZ RODRÍGUEZ
[/section] [section title=”Información sobre evento” tip=”Abre Para Más Información Sobre Fecha, Hora, Lugar y Asistencia”]
Sesión de Escritura Creativa: Los cuentos de Nelly II
Cuándo: Domingo 15/10/15 a las 18:00
Dónde: Residencia de Estudiantes – C/ Pinar, 21-23 – Madrid (Gregorio Marañón)
Vamos a intentar que sea donde la última vez con Ciervo Blanco, en la Residencia de Estudiantes del CSIC o algo así (vamos, parece un edificio del gobierno pero la cafetería es asombrosa). Quedaremos en el metro cercano de Gregorio Marañón porque la entrada impone tanto que seguramente os perderéis (el lugar está frente a la embajada de Japón y con tanta seguridad, no parece un sitio al que se pueda entrar sin más, y resulta que sí lo es… al menos…. algunos días).
En caso de que este emplazamiento se nos caiga, buscaremos otro sitio por Madrid, preferiblemente por el centro (por las comunicaciones, metro, bus, etc.)
Organizadora: Eva Pérez
Apúntate pulsando “Reservar“:
Lista de asistentes (incluyendo otras redes):
Andrea
Aureliana
Carmen
David Gutierrez
Helena
Hilario
Javier G.
Julia
Kaoru
Lluvia
Patricia
Petra Bueno
Rafa
Rocío
Diana Andaluz
Eduardo Sánchez
Elisa
Emma Gemma Le Cary
José Cruz
Kamar
Laly
Laura NB
Madalina
Manuel F.
Marta Pato
Pepe
Perplejo
Raquel Mill
Sergio
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Taller de escritura creativa Nelly II
[hr] [br]
[success]RELATO GANADOR: Las insumisas, de Eva Pérez [br] RELATO FINALISTA: Mamá, de Alejandro Rodríguez [/success]
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[section title=”Pepe: Corazón de sonoro metal” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Pepe: Corazón de sonoro metal
[br]
Soy pianista y la música de Johann Sebastian Bach es mi alimento y el coral dieciocho de Leibniz, mi manjar. Sentado ante el piano siento que los dedos cobran vida propia y el aliento se acompasa. Cuando tras cada cena fría, cuando el silencio es opaco y la noche se hace dueña de mi cuarto mal ventilado, es entonces cuando dejo volar la imaginación y todo cuanto puedo expresar, brota entre mis manos. El maestro de pié junto a mí, susurrando: “bien, continúa, deja que crezca”. El tiempo y las molestias, desaparecen.
Está amaneciendo y se presenta un día duro. Cierro la tapa, preparo café y recuerdo que antes de salir, debo planchar el uniforme y limpiar mi arma reglamentaria.
[/section][section title=”Lurdes Masson: Construyendo identidades” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Lurdes Masson: Construyendo identidades
[br]
Luz, claridad, sensaciones de coherencia interna, anhelos listos a punto de ser cumplidos.
Destierro ideas, creencias, actitudes, prejuicios… que hoy empiezo a sentir ajenos….
Este sentimiento me genera PAZ, pero al mismo tiempo DUDA, pues empiezo a apropiarme de mí misma…. Me conozco? O aún tengo mucho por descubrir? No lo sé….., lo que si estoy segura es el haber incorporado en mi identidad personal la importancia del CUESTIONAMIENTO INTERNO, no temer a preguntarme, a dialogar conmigo, a ser mi cómplice y consejera.
Horizontes desconocidos, estoy en camino… me siento exacerbada, ilusionada, APASIONADA por la vida, me siento capaz de ser aquello que quiero, mis pulsiones internas empiezan a tomar forma de realidades, a las que ya no les tengo miedo….. pero siempre les guardo respeto… son mis propias convicciones, transformaciones de espíritu, materializadas en actos.
Decisiones postergadas, se convierten en metas, planes, alegría, ENERGÍA.
Deseos de compartir estos sentimientos, acompañados de interrogantes.
Estoy preparada para transmitir lo que deseo?
Paciencia… aún debo aprender mucho, mi mente siempre abierta, he aprendido a manejar las herramientas que me reconfortan y me abren la plena conciencia hacia mi propia verdad.
Mi verdad?, Si la encontré!!!!!! Lo logré…. Aún debo seguir “cavando en mi” , los oscuros mundos del inconsciente han empezado a prender sus luces , no les temo, porque sé que son parte de mi camino, es más son guías certeras!!!
QUIERO GRITAARLO A LOS CUATRO VIENTOS!!! Esto me llena de júbilo……..GANAS DE VIVIR INTENSAMENTE, sin desperdiciar un minuto de mi exquisita vida.
[section title=”Madalina Ivascu: Siempre a tu lado” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Madalina Ivascu: Siempre a tu lado
[br]
Intentaba respirar, solamente pensaba en oxigenar su cerebro cada vez cogiendo aire con más fuerza. La actividad cerebral se para si no recibe oxigeno, por esto intentaba estar alerta al ritmo constante que le hacía respirar.
El día anterior había recibido la llamada que le convocaba, a pesar de ser su día libre, y tenía que cumplir. No tenía elección y Berta tenía que entenderlo. Intentaba recordar que le había prometido pasar el día con ella, pero una vez más tenía que buscar una recompensa por fastidiarle de nuevo los planes.
El día se presentaba cargado y más vale concienciarse y coger fuerzas; el sol no había salido todavía, pero anoche el hombre del tiempo había previsto muy buena temperatura. La gente empezaba a acudir. Al fondo, el murmullo de los que empezaban a colocar el atrezo le hacía un poco difícil la tarea de concentrarse en lo suyo. Sólo estaba pensando en Berta, ella le ocupaba todo el pensamiento.
Se acerca a la máquina de café, inserta las monedas, escoge un café cortado, espera que la máquina termine de acabar su proceso y saca el vasito de plástico llevándolo directo a la boca. En diez minutos debe ponerse el traje y repasar de nuevo el guión. No tiene muchas frases – con el casco y el pasamontañas tampoco puede verbalizar mucho – pero las acciones las tiene que tener perfectamente realizadas, si no el director le echará de nuevo el sermón.
[/section][section title=”Helena Guitar: Hacerse Oír” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Helena Guitar: Hacerse Oír
[br]
- Un buen día para reivindicar, ¿no crees Laura?— Preguntó Anabel a su amiga de la facultad.
- La verdad es que sí, me alegro de que me hayas convencido. Los jóvenes no podemos quedarnos en nuestras casas quejándonos, tenemos que hacernos oír.
Todavía no había comenzado la manifestación, pero los policías estaban en posición de alerta. Cualquier palabra o movimiento sospechoso bastaba para dar un toque de atención. A Laura y Anabel les pidieron el D.N.I. nada más llegar. No es una manera muy acertada de hacer amigos. Podrían haber empezado con un: “qué buen día hace, ¿no os parece?” Los que de verdad causaban problemas se escondían pícaramente hasta encontrar el momento oportuno meter baza en una manifestación pacífica en contra de la precariedad salarial juvenil y la subida de tasas universitarias.
- Me gusta tu bolso, ¿dónde te lo has comprado?— Preguntó Laura.
- Es de mi hermana. No tengo mucho tiempo de irme de compras con los parciales.
- Bueno, siempre te agobias y al final sacas buena nota, seguro que te dan la beca.
Anabel sonrió, despreocupada. Tenía los ojos cerrados y dejaba que el calor primaveral relajara sus facciones. Laura en cambio se sentía algo cohibida por la presencia de las fuerzas de seguridad.
- ¿A qué hora empezaba?— Preguntó Laura.
- A las 6, pero siempre se retrasan. Oye, ese chico de ahí es mono, vamos a pedirle unos carteles.
[section title=”Adrián Díaz: La obra perfecta” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Adrián Díaz: La obra perfecta
[br]
Estaban seguras de que jamás lo encontrarían. Se habían conocido por casualidad frente a una foto de Damon Winter en la galería Kreisler. El ambiente decididamente Hipster les hizo converger: no encajaban allí. Coincidieron también en que la labor de la comisaria de exposiciones era más hábil que la del propio fotógrafo, y en que el vino era mediocre. Se cayeron bien enseguida.
Laura era pintora, y llevaba buscándolo toda su vida. Carla había pasado años tratando de encontrarlo, sin éxito. Se lo explicaron sin saber que se lo explicaban varios días después, en un local de Lavapiés.
– La obra perfecta – estaba diciendo Carla- debe ser subversiva, revolucionaria, rebelarse contra lo establecido.
Laura asentía, y añadía:
– La obra perfecta debe ser parte del mundo, estar formada entre la realidad y el lienzo. Como un detalle de Bansky.
– Para ir más allá –añadía la otra-, el espectador debe ser también la obra, ambas cosas al mismo tiempo.
– Y tiene que ser fugaz –completaba Laura-, tiene que marchitarse y desaparecer de modo que sólo pueda ser contemplada un breve instante.
– Oh, sí, eso es arte. Y la plasticidad debe ser aleatoria, no creada con intención.
– Y tiene que reflejar los problemas subyacentes a nuestra sociedad enferma en sus raíces.
– Sí, sí –coincidían-. Pero nunca veremos esa obra de arte perfecta.
La buscaron durante años, hasta que en una manifestación antisistema un sábado de mayo, tenía que ser mayo, se miraron la una a la otra y casi rompieron a llorar al entender que, por fin, lo habían encontrado. Las dos se sentaron observando la estampa, incorporando a la composición el bullicio a su alrededor. Ante ellas, la obra de arte perfecta.
[/section][section title=”Enrique Fuentes: Delante de este cíclope” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Enrique Fuentes: Delante de este cíclope
[br]
¿Qué hacemos delante de éste Cíclope? Quizás no debiéramos estar aquí. Le miro y observo su ojo que escruta cualquier posible leve movimiento de mi cuerpo. Si él se moviera algo, un poco, casi imperceptiblemente, sentiría menos aprensión hacia ese único ojo que sigue observándome. ¿Piensas lo mismo que yo Penélope? Tu tampoco debieras estar aquí. ¿Por qué estamos aquí Penélope? Porque tenemos la justicia de nuestra parte Nausicáa. Si pero él tiene la ley y cuando se tiene la ley, ¿de qué vale la justicia? Creo que nos ha mirado con ese ojo. ¿Por que tendrá un solo ojo y no dos como nosotras? Porque él todo lo ve plano, en dos dimensiones. Si, quizás tengas razón, pero él parece fuerte y nosotras débiles. Porque él solo ve por un ojo, eso cree que le hace fuerte. Me arrancaré un ojo y así creeré tener su fuerza. No Nausicaa, si te arrancaras un ojo, tú solo lo echarías de menos. Pero veré en dos dimensiones como él. Pero tú sabes lo que es ver en tres, él nació así. ¿No crees que quizás no nació así, que le han hecho en esa forma? Puede ser, pero en cualquier caso, él ha olvidado lo que es tener dos ojos. Penélope, es que tampoco habla. ¿No habla porque eso le hace fuerte? No Nausicaa, no habla porque eso le hace temible. Pero, ¿por qué le hace temible? Porque se siente débil. Si es débil, entonces no debemos temerle. Te equivocas Nausicaa, precisamente eso es lo que más debemos temer de él. ¿El qué Penélope? Su incomunicación Nausicaa.
[/section][section title=”Petra Bueno: El Parque” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Petra Bueno: El Parque
[br]
En el suelo las hojas se arremolinan en grupos, formando montículos de un marrón rojizo, que la gente dispersa según entran por el parque hacia la plaza.
Un agudo pitido me saca de mi estado ausente, miro hacia el escenario donde está el joven de coleta aferrado al micrófono, lo suelta, relaja la expresión, y espera paciente a que el técnico toquitee unos cuantos botones de la mesa negra instalada al fondo.
Cuando el pitido deja de atronar la plaza el joven de coleta vuelve a su discurso salido de aulas universitarias, habla de igualdad de oportunidades y mejoras, de luchas por sociedades más justas. Hambriento de reconocimiento va elevando el tono de voz progresivamente, y ,como una causa-efecto, su estado, cada vez más cercano al trance, me escupe a la memoria la imagen de un predicador americano de los que alguna vez vi en televisión.
Gente aplaudiendo, jaleando, esperando un cambio mientras beben cerveza y comparten tabaco de liar.
Me levanto perezosamente del banco, siento cómo los huesos me estallan en los primeros movimientos del día, recojo la mochila semivacía a la que suelo llamar Viernes.
Salgo del parque, pensando dónde puedo conseguir un café hoy, cruzo entre dos chicas que desde fuera escuchan la charla sentadas en el suelo, se apartan ostensiblemente a mi paso, y una de las dos, casi en un acto reflejo, se lleva la mano a la nariz, haciéndome recordar que ya pasaron varias semanas desde la última ducha… mientras me alejo las palabras del joven se van haciendo cada vez más pequeñas, hasta que, casi en un susurro le escucho algo sobre solidaridad.
[/section][section title=”Juan J. Montero: La manifestación” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Juan J. Montero: La manifestación
[br]
Cuando sonó el despertador Isabel y Mario dormían desnudos y abrazados.
Mario se levantó, sigiloso, a oscuras, recogió su ropa, y tropezando con cada mueble en su camino llegó hasta a la cocina. Busco un bolígrafo y un papel, escribió la siguiente nota: “Me alegro de haberte conocido, ha sido estupendo”, la colocó debajo de un imán de la nevera y se marchó cerrando suavemente la puerta. Después, se dirigió hasta la Jefatura de Policía, fichó, y una vez en el vestuario se vistió con el uniforme; pantalones azules, chaqueta azul, botas negras, chaleco y un cinturón al que añadió una porra y unas esposas.
Isabel no tenía trabajo así que podía dormir hasta tarde. Se levantó a media mañana cuando el sol ya iluminaba la habitación. Se dio una ducha, preparó un café, cogió la nota de la nevera, la puso sobre la mesa y desayunó plácidamente mientras la contemplaba. Una vez hubo terminado, se vistió con vaqueros, camiseta blanca y zapatillas de deporte. Más tarde, cogió la pancarta en la que había escrito “Políticos corruptos no nos representan”, y se dirigió al centro de la ciudad.
En la manifestación Mario e Isabel se volvieron a encontrar, pero con tanto jaleo, él no la distinguió hasta que no apartó la porra de su cabeza.
[/section][section title=”Qamar Fazal: Pero si yo sólo pasaba por allí” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Qamar Fazal: Pero si yo sólo pasaba por allí
[br]
¿Comienza nuestra historia con la maldición de Caín? Es un sangriento relato de muerte, asesinato y tortura en todo caso. Tanta ha sido la sangre derramada a través de la historia que podría pintarse todo el universo de rojo con ella y, aun así, sobraría mucha. ¿Cuándo dejará el hombre de imponerse a sus semejantes? ¿Cuándo se saciará su sed de sangre?
Unas veces se derramó sangre en nombre del honor, otras, en nombre de venganzas por supuestos errores. En algunas ocasiones, hordas hambrientas invadieron pacíficas tierras en busca de alimento y, en otras, en busca de la dominación del mundo. Contemplando este aspecto de la naturaleza humana cabe preguntarse si la humanidad no es una de las especies más despreciables y crueles de la tierra.
Jamás un dictador ha podido escapar a esta lógica. Los hechos confirman que la espada nunca ha gobernado, ni gobernará, los corazones de los hombres. Si el cuerpo humano puede ser sojuzgado por la fuerza, el alma humana no. La espada puede conquistar los territorios, pero nunca los corazones. Aceptar una creencia es propio del corazón. La naturaleza humana nunca cambia. “¿Queréis que nos dejemos prender por las creencias que nuestra inteligencia ha rechazado?” Se inventaron torturas y castigos inhumanos… La historia de la violencia nunca tiene fin.
Me pregunto si los que de alguna forma los que hemos vivido situaciones traumáticas ante el ejercicio del pensamiento absoluto en nuestro pasado reciente, seremos capaces de superar algún día las heridas que nos dejaron sin cicatrizar …
[/section][section title=”Manuel Moraleda Pérez: Señores del jurado” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Manuel Moraleda Pérez: Señores del jurado
[br]
Señores del Jurado, en efecto esa fotografía la tomé yo. ¿Que cómo ocurrieron los hechos? Bien, estaba entre los manifestantes que protestaban por un desahucio que tendría lugar ese mismo martes. Vivimos —todos lo sabemos, así que no es necesario que me extienda mucho en ello— en una sociedad insolidaria que huye de los problemas de los demás. Yo soy freelance para el periódico “El progreso”, y me habían mandado allí para cubrir la noticia. La foto la hice un cuarto de hora antes de que todo sucediera. Yo nunca he sido una persona violenta. Me considero un ciudadano ejemplar, de aquellos que se preocupan por el prójimo, que distingue el bien del mal, que no le gusta pedir favores a nadie. Aquel día desahuciaban a una pobre anciana de 81 años, desamparada, sin familia, me recordó a mi queridísima abuela que había fallecido unas semanas atrás, sola en el hospital. Recuerdo que hacía un calor sofocante y los gritos de los manifestantes hacía minutos que resonaban en mis oídos. Cuando finalmente apareció la vieja escoltada por varios policías, no lo pude remediar, me abalancé sobre ella y la agarré del cuello hasta dejarla sin aliento, no quería que sufriera ni un minuto más de esta mísera vida.
(Dedicado al maestro Max Aub)
[/section][section title=”Elisa Ortiz de Urbina: La sesión de fotos” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Elisa Ortiz de Urbina: La sesión de fotos
[br]
Una vez más posando para estos tarados. La escena es ridícula: sólo dos chicas oponiendo resistencia delante de la policía. Y ellos empeñados en continuar con la sesión. “Resistencia pacífica”, muy bonito sí, pero sigo pensando que esta foto es ridícula. Como yo. Tres años en la RESAD y aquí estoy, posando para un panfleto comunista, aceptando cualquier trabajo para sobrevivir. Soy un cliché. Cada vez me recuerdo más a esas chicas que llegan a Los Ángeles para vivir del celuloide y acaban viviendo del Duralex. Por lo menos ellas trabajan de camareras, aquí la cosa está imposible, no me extraña que hayan salido estos nuevos partidos, aunque como lo que hagan en política sea igual que estas fotos vamos listos…
¡Madre mía! Y ahora a coger una pancarta, esto es cada vez más grotesco. Si no dieran el cocido después, aquí iba a estar yo. Como esta tía, que lo vive. ¡Vaya pasión! Se suponía que iban a venir un montón de apasionados más pero mira, a la hora de la verdad nadie se ha presentado para las fotos.
¡Ostrás cuánta gente! Pero y ¿estos? ¿De dónde salen ahora? ¡Qué guay! Al final va a quedar una foto genial, ya verás. Ya me parecía raro tan poca gente… Venga, voy a mezclarme que ahora la gilipollas parezco yo, mirando a todo el mundo con cara de boba.
[/section][section title=”Laura Lozano Barreiro: Debajo del casco” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Laura Lozano Barreiro: Debajo del casco
[br]
Estaba sentada en el suelo buscando otra perspectiva; buscaba entender por qué debajo del casco hay más hambre que hombre. Así que travesé el cristal, el plástico, los ojos… Moriría allí, acababa de descubrirlo; moriría sentada, tomando la luna, porque debajo del casco… hay más hambre que hombre.
[/section][section title=”Alejandro Rodríguez: Mamá” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Alejandro Rodríguez: Mamá
[br]
Sujetaba con fuerza la foto, conteniendo a duras penas lágrimas que brotaban de unos ojos enrojecidos. Aquel viejo recorte de periódico era lo único que conservaba. Allí, en aquel callejón, en el final del camino, era cuando más la necesitaba. La inocente voz a sus espaldas le sacó de su ensimismamiento.
–Papa, ¿así era mamá?
–Sí, esa tu madre –dijo mientras se frotaba los ojos con ambas manos–. Es una foto muy antigua, cariño. No te preocupes.
–Pero, ¿por qué está con ese señor y no le hace nada? ¿No debería correr?
–Las cosas eran muy diferentes antes, cielo. En realidad antes se podía protestar, en público incluso, y a la gente apenas le hacían nada.
–Pero, ¿no se supone que protestar es malo? Si lo haces, te hacen lo que a toda aquella gente.
–No hija, no era malo, y ahora tampoco lo es. Es la gente la que es mala.
La voz del megáfono que daba el toque de queda se oía más cerca. Las patrullas pasarían por ahí enseguida.
–Venga, es hora de marcharse.
–Papá, entonces, ¿mamá no se escondía?
-No, tu madre nunca se escondió. -El sonido de un motor llegó a la entradadel callejón- Vamos, dame la mano. Hay que correr.
[/section][section title=”Iván Saiz Gutiérrez: Orgullo y sensibilidad” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Iván Saiz Gutiérrez: Orgullo y sensibilidad
[br]
El atardecer teñía de rosa la plaza. Las soflamas hacía tiempo que sonaban como letanías y los antidisturbios, ordenados en fila, bostezaban frente a los pocos manifestantes que merendaban tirados en el suelo.
– Señoritas, venimos a coaccionarlas para que se disuelvan. – dijo el agente más fornido.
– Por supuesto. Aunque comprenderá que nos neguemos pacíficamente pues hemos venido desde muy lejos para defender nuestros ideales. – dijo Elena, la más juiciosa de las dos.
– No se hable más. Mi compañero y yo tiraremos de ustedes para levantarles a la fuerza.
– ¿Y si oponemos resistencia? – dijo María con una sonrisa ambigua.
– Entonces usaremos la violencia según la regulación.
– Oh, ¡qué sinsentido!, ¡qué barbarie! – iba lamentándose Elena mientras se dejaba arrastrar por el otro policía.
– Yo no me dejaré amedrentar. He venido a luchar. – dijo María tumbada en el suelo como una estrella de mar.
– Señorita, se lo ruego, no me obligue a hacerle daño.
– Si alguien le acusa de golpearme, écheme la culpa. Seré la primera en defender sus derechos.
– ¿Defender a su agresor por imperativo moral? ¿Es posible corazón tan noble?
– Mi corazón es el corazón de cualquier mujer.
– Usted no es cualquier mujer, no sea insensata. – dijo el agente tomando gentilmente de la mano a la manifestante.
– No trate de levantarme. ¡No cejaré!
¡ZAS!
– Joder, que me quiero ir a casa, hostias – dijo el agente.
[/section][section title=”Eulalia Cabezas Acon: El ojo me lo guiñaba a mí” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Eulalia Cabezas Acon: El ojo me lo guiñaba a mí
[br]
- P: Creo que el poli me está guiñando el ojo derecho.
- A: Ha sido el izquierdo, y ese giño iba para mí.
- P: Pero qué dices…, sí no para de mirarme desde que nos sentamos. Tú Siempre igual, crees que el mundo gira a tu a alrededor.
- A: ¿Cómo?, perdona, ¿me estás llamando egocéntrica? ¿de qué vas tía?
- P: Voy de que tu tema de conversación favorito es siempre el mismo, tú y tu misma.
- A: ¿Te estás rayando? ¿A qué viene ahora esta charla? A qué hemos venido a la mani?
- P: No me negaras que te gusta
- A: ¿Sabes qué creo? Que te pierde la envidia, no aguantas que yo ligue más que tú.
- P: ¿Cómooooo? Pues claro que ligo menos, yo no soy una guarra.
- A: ¿Me has llamado GUARRA? Será petarda la tía ¿sabes qué opino de ti?,
- P: Venga dímelo, pero… ¿acaso no te tiras a todo que encuentras en movimiento para alimentar tu ENORME ego y para ponerte esos ridículos pin que usas como trofeos?
- A: ¿quéeeeee. ? ¿Sabes lo que pienso de yo ti? Que eres una jodida envidiosa, eso es lo que te pasa, que eres una jodida amargada que no se come una rosca.
- P: Suéltame el pelo Alicia. ¡Para tía, para! no hace falta que te lo tomes tan en serio. Mira, que ya viene el poli. ¿nos habrá escuchado bien?
- A: Paula, yo creo que ha funcionado. Somos unas artistas. Nuestro primer espectador. Saluda.
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[section title=”Rafael Limeres: Lo que son las cosas” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Rafael Limeres: Lo que son las cosas
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Fíjate que el viernes le comentaba a Ana que últimamente ando un poco de bajón. Salgo de currar y me paso la tarde apalancado delante de la tele, aburrido como una mona.
Y me dice Ana: Joder tío, si yo tuviese el tiempo libre que tú tienes me habría sacado otra carrera, habría escrito dos novelas y tendría una agenda repleta de amantes.
El caso es que lo de estudiar otra carrera no me dice nada. La agenda de amantes llevo años intentado conseguirla y no hay forma… En cambio, escribir es algo que siempre me ha apetecido y por A o por B nunca me he puesto a ello.
Total, que el lunes me meto en INTERNET y me apunto a un taller de escritura para obligarme a tener algo escrito para hoy.
Y allí me he presentado. Se han leído los cuentos, los hemos votado y el mío ha pasado sin pena ni gloria. Luego nos han propuesto improvisar otro relato inspirándonos en una imagen.
En la imagen, dos tías y un antidisturbios…. adivina quién era el antidisturbios.
[/section][section title=”Eva Pérez: Las insumisas” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Eva Pérez: Las insumisas
[br]
– ¡Queremos pasar, queremos pasar!
– Que no, señoritas, no sean cansinas. No pasan.
– ¡Jo, tío, venga, enróllate! El año pasado dejasteis pasar a mi primo.
– ¡Se coló, señorita, se coló!
Las dos amigas se miran con sonrisa maliciosa.
– ¡Eres un “carca”! ¡El lenguaje es algo vivo, tío! –espeta una de ellas con movimientos amenazadores y soeces.
La otra, más callada, pero con pinta de ser capaz de quebrantar las leyes de forma violenta, añade:
– Me he quedado con tu cara. Dime tu nombre para ponerte una denuncia por abuso de poder.
– Llevo la cara tapada, señorita, y mi nombre es Buen Gusto. Agente Buen Gusto.
– ¡Bah, carroza!
– Éste se cree el James Bond, ese…
Sentadas en el suelo con aires de insumisión, una de las chicas susurra al oído de la otra:
– Tengo un plan.
Acto seguido saca un cachorro de su mochila y lo lanza calle abajo indiferente al hecho de que el pobre animal aterriza justo frente a las despiadadas ruedas de un autobús.
– ¡Cuidado, van a atropellarlo! –grita una anciana.
El agente “Buen Gusto” se lanza al rescate sin pensar en las consecuencias de su acto, al desproteger la entrada de la Real Academia.
– ¡¡Vamos, tía, ahora!!
Ambas corren al interior.
– Atención, se han colado “toballa” y “almondiga”, repito, se nos han colado “toballa” y “almondiga”. Por favor, pongan a salvo a los Académicos.
Lamentablemente, al igual que con “Amigovios”, “Papichulo” y “Kínder”, el aviso llegó demasiado tarde.
[/section][section title=”Sergio Cobles: Soy uno de ellos, pero sé qué debo hacer” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Sergio Cobles: Soy uno de ellos, pero sé qué debo hacer
[br]
No paro de pensar en ello, jamás debí ponérmelo pero no tenía opción, abaten a tiros a cualquiera, hombre, mujer, niña o niño, los crematorios masivos no cesan día y noche, el valor de la vida se ha devaluado en récords mínimos, se dio a conocer en los medios de comunicación la noticia de que había sido aprobada la ley de confinamiento, diseñada para que las familias que ganen menos de 200 euroyenes no puedan disfrutar de las mismas zonas comunes que la gente normal, han creado espacios vallados con casas contenedor a las afueras de la ciudad para facilitar su transporte, solo la mano de obra que vive en los vagones son alimentados con proteína sintética que van y vienen a la ciudad para construir las nuevas pirámides, ¿qué valor tiene la vida? Abrí la cápsula del tiempo que mi tatarabuelo enterró, la encontró en sus viajes por las ruinas de una ciudad llamada Barcelona. En ella había instrucciones, un cómic, una biblia y un Quijote, en el fondo, bien hermético, había un chaleco con explosivos. Recuerdo cuando mis bisabuelos me contaban historias de gente que se manifestaban cara a cara con la policía, aquellas hazañas quedaron borradas en el olvido. Lo que sucederá hoy no lo esperan, no se usa hace más de 100 años, Soy encargado del catering en la torre alta, llevo allí 45 años trabajando, soy uno de ellos.
[/section][section title=”Denis Asensio: Inesperado” tip=”Abre Para Leer Los Textos De Nuestros Escritores”]
Denis Asensio: Inesperado
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No esperaba acabar así.
No esperaba acabar así, apaleado por un antidisturbios un día cualquiera de mayo de 2011, sin saber siquiera porqué.
Es cierto que no me lo esperaba, dado que creía haber afinado mi máquina del tiempo mucho mejor. Cuando la construí, se me ocurrió la genial idea de incluir un módulo de creación de ropa, para que mi vestimenta se adecuara automáticamente a la época y lugar de aterrizaje. Al fin y al cabo, quedaría un poco raro si aparezco en la Grecia clásica con un traje ajustado de biotejido. O quizá no, los griegos eran muy raros.
Que listo soy, ¿verdad? Listísimo. Por eso mismo estoy ahora recibiendo palos a diestro y siniestro de un señor con bigote. Porque el algoritmo de diseño de ropa que tan bien pensé, vio que la densidad de ropajes pseudo-hippies era lo suficientemente elevada como para caracterizarme como tal. Y aquí estoy yo, reputado científico, en plena manifestación de a saber que y recibiendo como el que más.
Pero esto no me hará desistir. En la vida científica te llevas muchos palos, y yo en un solo día ya me he llevado los de toda una vida. Ya no me tocan más. Así que seguiré trabajando. Mejoraré mi algoritmo. Y con suerte, puede que a la próxima me toque el traje de policía.
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Pau Rorc: Una mueca sin sentido
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Él tenía los ojos destapados, pero la mirada perdida y una braga tapando la expresión de su boca. Si le hubiesen dejado, hubiese acabado con esa postura rígida y sin sentido, y hubiese sonreído a la cámara. Se hubiese acercado a ellas y se hubiese puesto las mismas ropas, la misma actitud desenfadada y despreocupada… ¡cómo le hubiese gustado!
Pero no lo hizo. Tantas veces hacemos cosas que no queremos, que estamos acostumbrados a guardar esa postura rígida, sin sentido, sin boca, hueca… sabiendo que la que nos gusta es la otra, la de las chicas, que –sin verles la cara– podemos saber con certeza que no tienen una mirada hueca y vacía, ni una sonrisa tapada. Sino que se están enfrentando al despropósito con toda la tranquilidad que les da la certeza de hacer lo correcto.
Pero él es el protagonista, el que no mira a la cámara a pesar de tenerla delante. Si alguien se acercase a él, seguramente no podría hablar… Pero, si lo hiciese, contaría con lágrimas en los ojos que él no quería estar ahí, que él no quería intimidar con su arma y su pose, que él, lo que de verdad quiere, es reunirse con ellas para reclamar el mismo derecho a hablar, a protestar, a decir su verdad… Que lleva muchos años en el servicio y que lo que quiere es ser un ciudadano más. Como tú, como yo, como todos los que en algún momento han querido exigir su verdad.
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Patricia Amilia: El día era espléndido
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El día era espléndido y el sol bañaba nuestro cuerpo; la calidez que sentíamos en brazos y piernas nos infundía confianza. Eva y yo nos sentíamos jóvenes y pletóricas defendiendo que la guerra no era la respuesta. Aquel policía armado y con chaleco antibalas también tenía hijos y padres, también un espíritu cooperativo; era lo que pensábamos y lo que nos impulsaba a mostrar nuestros petos y pancartas, nos movía protestar pero igualmente persuadir. Queríamos conseguir que nuestras razones y argumentos calaran, también entre ellos, los guardianes de negro adiestrados para repelerlo todo. Cada vez que veo esa foto en el álbum que guardo en la cómoda de casa, siento que hicimos lo que tocaba, sin embargo hoy nada es igual, aunque pueda seguir luchando por aquellas cosas, como la paz, concibo mi capacidad de acción mucho más limitada, los colores de entonces, el calor de la luz solar, no despiertan tanta elocuencia, ahora mi humanidad es más de andar por casa. Cada día es un logro haya o no policías oponiendo resistencia.
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[warning]Siempre puedes escribir tu relato y enviárnoslo, aunque no estuvieses en la sesión, para que sea leído e incluido en el libro recopilatorio: contacta.[/warning]
Imprevistos: +34 696556311
Si algun@- de l@-s presentes asistirá el próximo sábado a Sigüenza y tiene disponible un ejemplar de “Un cuarto propio” de la Woolf, quedaría muy agradecido si me lo prestase una semanita. Nos vemos pues.
Buenas noches tengan Sus Encantos: Como me ha salido un “relatito”, me tomo la libertad de colgarlo aquí y así “doylo” por entregado. Siempre es una satisfacción exclamar en alta voz: -Deber cumplido- Arsaminiño ¡¡¡ CORAZÓN DE SONORO METAL Soy pianista y la música de Johann Sebastian Bach es mi alimento y el coral dieciocho de Leibniz, mi manjar. Sentado ante el piano siento que los dedos cobran vida propia y el aliento se acompasa. Cuando tras cada cena fría, cuando el silencio es opaco y la noche se hace dueña de mi cuarto mal ventilado, es entonces cuando dejo… Read more »